Cómo Comer Comida Verdadera

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Hoy en día es un demanda urgente para la población el comer comida real y en poca cantidad. Es sabido que somos lo que comemos, y que en las últimas décadas se han adoptado hábitos de alimentación pésimos para la salud y para el planeta.

En los Estados Unidos, el país de las estadísticas, se habla de que apenas un 2.7% de los norteamericanos llevan un “estilo de vida” saludable y que este pequeño porcentaje está pugnando por alimentarse mejor. Ahora están tratando de comer más frutas frescas, nueces y semillas y bebiendo menos bebidas azucaradas que en los últimos 30 ó 40 años.

Sin embargo, este estudio también revela que la distancia entre la dieta de la gente rica y la gente pobre, cada día se separa más; lo que significa que los norteamericanos con buen poder adquisitivo comen de forma más saludable que los de bajos recursos económicos.

En los barrios donde viven personas de bajos recursos no existen mercados que oferten productos frescos ni “mercados de granjeros”, como les llaman allá a la venta directa de productores a consumidores, ya ni hablar de productos orgánicos. Y como muchas veces la gente de bajos recursos no tiene automóvil, compran en tiendas de conveniencia cercanas que ofrecen muchos productos chatarra como donas, botanas fritas, refrescos y alimentos enlatados, sándwiches, etc., todo menos fruta y verdura fresca, que difícilmente llega a los hogares de bajos recursos.

Sin embargo, mirando más hacia nuestro país México y dejando fuera de la vista al vecino del norte, nosotros no tenemos impedimento en comprar frutas y vegetales frescos, porque siempre encontraremos algunos productos del campo frescos a precios económicos en el supermercado o en el mercado local, tan solo es cuestión de encontrar buscando aquellos productos que estén de temporada y por tanto, mucho más económicos que los de fuera de temporada.

El problema se presenta para las colonias alejadas de los centros comerciales o las poblaciones rurales a quienes les queda difícil comprar productos frescos con regularidad. En estos casos, lo mejor es mantener un pequeño huerto para cultivar todos aquellos vegetales fáciles de producir como tomates, chiles, apios, y vegetales de hoja verde para surtir su dieta con productos que aporten clorofila y vitaminas.

Pero regresando a la ciudad, a quienes optan por concurrir a los restaurantes donde sirven comida rápida cuya oferta de productos es un verdadero desastre nutricional y además con precios tan elevados que fácilmente compite el precio de una hamburguesa en “combo” (con papas y refresco) con los precios de un restaurant de comida corrida con comida de verdad. Sin contar las pizzas y demás productos de fácil acceso para las familias.

Nuestra alimentación mejorará en la medida en que nos lo propongamos. Nos falta educación, porque muchas familias llegan a este tipo de establecimientos por ignorancia de lo que verdaderamente necesitan sus niños y claro está por comodidad. Aunque la comodidad cueste cara en relación a los costos de salud que deberán pagar más adelante para librarse de la infinidad de enfermedades derivadas de una mala alimentación.

Llegará el día en que comer comida rápida y productos chatarra, estará tan mal visto socialmente, como ahora lo está el fumar en lugares públicos.

La prueba de que se come tan mal en nuestro país, es que a nivel mundial, como nación ocupamos los primeros lugares en obesidad tanto infantil como en adultos y también muy buen record en diabéticos tipo 2, con costos enormes en tratamientos, estudios y calidad de vida para los enfermos.

Las instituciones y las autoridades de salud debieran estar preocupadas no por atender a la población diabética y enferma, sino por enseñar a la población a comer, a cocinar, a sembrar y como primera medida, educar a los estudiantes de medicina en materia de nutrición, para que tan siquiera puedan dar una mínima orientación a los pacientes en que su forma de comer, es lo que les está causando la miríada de enfermedades que les aquejan y cuyos síntomas deben atenuar con base en medicamentos caros y muchas veces dañinos.

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